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Solatz #26. Algunas notas sobre el amor y la libertad.
El amor empieza casi sin quererlo, pero termina porque uno quiere.
Amar y querer se parecen, pero no son lo mismo.
Querer es escuchar, entender, respetar, compartir, celebrar, invitar y proponer.
Amar es liberar y liberar incluye querer. Amar es ayudar a ser más libre. Amar es querer aliviar el sufrimiento de la persona amada. Amar es querer tener siempre presente a la expresión más libre de la persona amada, a sabiendas de que esto es imposible.
La expresión libre de cada uno de nosotros suele ser nuestro yo con una sonrisa, brillo en los ojos, sin recuerdos del pasado que nos atormenten y sin importarnos qué nos deparará el futuro. Sin recuerdos del pasado que nos atormenten, no porque los hayamos guardado en el armario, sino porque los hemos convertido en experiencias de aprendizaje. Sin importarnos qué nos deparará el futuro, no por abulia, sino porque estamos convencidos de que resolveremos, nos echen lo que nos echen.
El camino que va del querer al amar está repleto de conversaciones y rozamientos. Y los rozamientos a veces están bien engrasados y a veces no.
Amar no es una cantidad ni una cualidad. Amar es una decisión, una actitud, una energía, desde que se levanta uno hasta que se acuesta. Que a veces se demuestra de forma estruendosa, pero muchas más veces se demuestra de forma silenciosa.
Amar cuando las personas son su expresión más libre es fácil. Lo difícil es amar cuando esto no sucede. Y sucederá porque es imposible ser tu forma más libre todo el tiempo.
Amar no es una hora cualquiera, de un día cualquiera, en una cama cualquiera. Amar es una hora cualquiera, de un día cualquiera, en una cama concreta. O en una cocina concreta. O en un salón concreto.
Amar es estar en paz y saber ver cuando el de enfrente no sabe no estar en guerra. Amar es estar ahí cuando la persona amada no se quiere a sí misma y es ver lo que no está ahí todavía.
Amar es permanecer y turnarse para guiar.
Amar sin honestidad no es amar, es proselitismo y adoración.
Para poder amar se nos tienen que haber acabado las excusas. Que si mi infancia, que si mis padres, que si el colegio, que si mi pareja anterior…
En el amor no caben ni la negociación, ni la necesidad, ni la idealización. Pero sí caben los límites. Y si los límites terminan con algo, es que los límites funcionaron.
Amar es decirle a Dios que estorba y que se aparte. A Dios y a todos sus sustitutos.
En definitiva, amar es un largo paseo para explorar y profundizar en los mundos interiores, en los sentimientos, en los miedos, en los deseos, en las dudas propias y ajenas, en los programas que llevamos de serie y en todo aquello que no haríamos en otro lugar porque no nos sentimos seguros.
Este es un mensaje a nuestro yo del futuro. Nunca a nuestro yo del pasado.